Era una hermosa tarde de mayo, uno de esos días de primavera cuando el sol parece que brilla mas que nunca. El trajín del hospital es vertiginoso, familiares, médicos, personal auxiliar, de un lado para otro, como si no tuviesen destino.
Estamos conversando alegremente con las enfermeras, cuando suena el teléfono, ¿hermanos están en el hospital? ¡les necesitamos!
En la unidad de cuidados intensivos neurológicos, un hombre de edad, está muy grave. Ha sufrido una hemorragia cerebral masiva.
La habitación esta oscura y silenciosa, a excepción de los pitidos de los monitores del corazón y la respiración estremecimiento ocasional de su esposa. Hermanos necesito que oren por mi esposo, esta muy enfermo.
"... es posible por favor que el Señor le concediera un lugar de descanso y la bienaventuranza eterna."
Una enfermera entra rápidamente para ajustar los monitores. Ella mira de reojo en el monitor de corazón, hace una nota en su portapapeles, y se va, no tiene mucha esperanza.
Caminamos hasta el pie de la cama y comenzamos a orar
"Dios Padre, ten piedad de tu siervo……"
La situación es complicada no hay mucha esperanza, pero nosotros teníamos confianza en que Dios podía hacer un milagro. Semana tras semana estuvimos visitando y orando por nuestro hermano.
Y llego el día de la gran noticia, a nuestro hermano le habían subido a planta, le visitamos, charlamos, no reímos y sobre todo oramos y dimos las gracias a Dios por que El había oído nuestras oraciones.
No sabemos lo que el Señor va a hacer en el futuro en la vida de nuestro hermano, pero si existe una bendición y una unción que se imparte en la sanidad divina que ningún otro medio puede proveer.
Cuantos milagros pueden lograse por las oraciones valientes de fe. "Esto les digo: Si dos de ustedes se ponen de acuerdo aquí en la tierra para pedir algo en oración, mi Padre que está en el cielo se lo dará”.
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